La Complejidad de la Lógica “De TrumpLand al TrumpExit”

Por: Efraín H. Mariano

En julio de 2016, cuando los republicanos confirmaron a Donald Trump como su candidato presidencial, por encima de 16 aspirantes con mayores tablas políticas ―incluyendo a los senadores Ted Cruz, de Texas; Marco Rubio, de Florida; y el gobernador de Ohio, John Kasich― un porcentaje de la comunidad internacional reaccionó con asombro, pero para algunos, la decisión estaba bien fundamentada: El objetivo era regresar a la Casa Blanca y el mediático magnate de los bienes raíces les daba una oportunidad legítima para poder lograrlo.

Cuatro meses después, en noviembre, tras alcanzar su primer objetivo, el regreso a la Casa Blanca ―con la mayoría republicana en la Cámara de Representantes y el Senado―, los conservadores de la derecha estadounidense se enfocaron en su segunda meta: La permanencia en el poder por los próximos años.

Tres meses más tarde, en febrero de 2017, con un par de semanas instalados en el despacho oval de la Casa Blanca, las expectativas de los republicanos se diluyeron rápidamente y sus planes de gobierno se esfumaron de igual forma. Lo que parecía ser un camino sinuoso, pero maniobrable, se convirtió en accidentado y sombrío.

Desde el comienzo, cuando los republicanos más ortodoxos aprobaron la nominación de Donald Trump, sabían que el objetivo era regresar a la Casa Blanca, pero no que el imprudente nieto de inmigrantes alemanes fuera el responsable de manejar los hilos del país más poderoso del mundo.

Ahora, con las desafortunadas declaraciones retrogradas de Trump en materia económica y migratoria, las expectativas de su gobierno prolongado se han diluido prematuramente. Por si fuera poco, sus posturas encontradas, palabras accidentadas, actitudes misóginas y lenguajes racistas, le han generado la reprobación pública de los propios republicanos, como los senadores Lindsey Graham y John McCain, así como del presidente del Comité del Senado, Charles E. Grassley.

A la baja popularidad de Trump entre la comunidad estadounidense e internacional, al bullying comercial y diplomático contra México, a la prohibición temporal del ingreso de musulmanes a Estados Unidos, y a su participación vigente en sus negocios y hoteles, hay que sumar el diagnóstico reciente por parte de un reconocido grupo de psiquiatras estadounidenses, quienes han advertido que Trump padece una grave inestabilidad emocional para ejercer con capacidad mental el cargo de presidente; lo que en conjunto, ha persuadido a republicanos ortodoxos a pensar en su tercer objetivo, o lo que es lo mismo, a pensar en activar su plan de gobierno B. Y es que Trump les daba la oportunidad de retomar el poder, pero no de gobernar; ellos lo sabían.

Para Angelia Wilson, profesora de política de la Universidad de Mánchester y experta en política estadounidense, es muy probable que Trump sufra un “impeachment” en los primeros 12 meses de su gestión presidencial.

En Estados Unidos se denomina “impeachment” a un proceso de destitución, a partir de un juicio legal, para retirar de su cargo a un funcionario acusado de traición, soborno u otros delitos graves. Sólo tres líderes del país se enfrentaron a este procedimiento, Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998, quienes fueron absueltos, mientras que Richard Nixon dimitió voluntariamente en febrero de 1974. Trump podría ser el cuarto, al menos, las apuestas así lo indican.

El proceso debe ser iniciado por un miembro de la Cámara de Representantes, luego le sigue la aprobación de la propuesta en un comité legal y, por último, en el Senado. Actualmente, cada una de estas instancias está controlada por una mayoría simple de republicanos, lo cual, en teoría, debería frenar la ejecución de un juicio legal; sin embargo, lotería, la mayoría de los republicanos no son seguidores de Trump.

El desenlace puede parecer maquiavélico, pero desde el principio lució perturbador; elegir a un magnate de los bienes raíces para hospedarse en la Casa Blanca, suena desquiciante antes que astuto y calculador. Sin embargo, en la Casa del Tío Sam todo puede pasar, sobre todo si se anteponen intereses personales y partidistas; además, Estados Unidos no es un lugar donde te puedes conducir con soberbia y egolatría, como lo hacía Trump en sus programas de televisión o en la dirección de alguna de sus empresas.

Mike Pence, el actual vicepresidente lo sabe y ya se prepara. El ex gobernador de Indiana es considerado por muchos como un político consumado, con argumentos tangibles para llevar al país más poderoso del mundo a un estado congruente, o al menos, para reanimarlo de un shock, lejos de TrumpLand y más cerca del TrumpExit.

 

Foto: cdn.imnges.express.co.uk

 

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