Por: Ana Jiménez
¿Cuántas veces hablar de un tema como el suicidio es evitado por estar rodeado de tabúes, prejuicios y estigmas? ¿Cuántas vidas podrían haber sido salvadas si se hablara de salud mental?
El llamado mes amarillo es un recordatorio de la importancia de atender un tema de salud pública, como el suicidio mediante un compromiso a nivel mundial para atender una problemática que puede ser prevenible.
El día mundial de la prevención del suicidio, se celebra cada 10 de septiembre y es la Asociación Internacional para la Prevención del suicidio (IASP) con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quienes han destacado la importancia de implementar acciones colectivas por parte del Estado, profesionales de la salud, funcionarios políticos, lideres religiosos, la comunidad, lo laboral, escolar, amigas, amigos, familiares y la sociedad en general para detectar, prevenir y atender el suicidio en nuestras comunidades.
Una vida se pierde cada 40 segundos por suicidio. La región de las Américas cuenta con un aumento considerable de mortalidad por esta razón. Dentro de las causas relacionadas podemos destacar; la pérdida laboral, trauma, abuso, trastornos mentales, uso de sustancias, problemas económicos, catástrofes, guerras, conflictos o bien la falta de acceso oportuno y temprano de atención médica pertinente, etc. La salud mental se vive de manera distinta ya que la mortalidad por suicidio también se relaciona estrechamente con la cultura, remarcando el peso de expectativas y estigmas asignados por sexo y género.
Aunque existe relación entre el suicidio y los trastornos mentales, esta no es la única causa relacionada. Los factores de riesgo mencionados son diversos y pueden acumularse uno o más. Por ello, derribar como sociedad prejuicios asociados a la salud mental es fundamental, para poder identificar, atender y acompañar de manera respetuosa e informada a quienes lo necesitan.
Abordar la salud mental y suicidio es importante. Ya que pueden existir intentos previos que indican un claro mensaje que debe ser escuchado, visto, detectado y atendido de manera profesional, humana y oportuna. Cada caso de suicidio o intento del mismo, es sin lugar a duda una tragedia que afecta a las personas que lo experimentan, así como a las familias y sus comunidades. Informar y sensibilizar a nuestra sociedad, así como a las y los proveedores de atención médica permitirá derribar barreras que atentan y fomentan la invalidación y el silencio en contra de la salud mental. Acabar con los estigmas, prejuicios y tabúes asociados al suicidio, permitirá que las personas que han pensado en quitarse la vida reciban la ayuda que necesitan. Ya que son muy pocos países los que a nivel de políticas públicas han priorizado la salud mental e integrado la prevención del suicidio como una prioridad en lo que a la esfera de vida en salud respec