Por José Luis Sosa
• Una Piedra Para Muchos Techos
Aunque nos digan que la economía va por buen camino, una cosa son las cifras de inflación que el Banco de México nos da, así como algunos analistas financieros y otra es la realidad que en el diario acontecer vivimos una gran mayoría de los mexicanos, y es que en él actual gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, la inflación ha crecido a un ritmo alarmante, principalmente para la población más vulnerable que día con día se ve en la necesidad de hacer milagros para sobrevivir, y ya no digamos en la llamada cuesta de enero donde año con año el poder adquisitivo se va deteriorando irremediablemente, ya que el aumento de acuerdo al salario mínimo no se da en una verdadera proporción con la galopante inflación que se traduce en un monedero que ya no alcanza para cubrir ni la propia canasta básica. Esto aunado al “gasolinazo” del 2017 que de un promedio aproximado de $13:00 por litro pasó a $17:00 y en la actualidad alcanza los $20:00, lo que se ha traducido en una escalada de precios ya que todo lo que consumimos se transporta con el consumo de los combustibles y eso automáticamente se refleja en un aumento de precios generalizado.
Esto de una u otra manera nos conlleva a recordar otros sexenios de gobiernos priistas, y si no, echemos un vistazo.
Solo basta recordar que cuando Luis Echeverría llega a la Presidencia de la República en 1970, el dólar se cotizaba a $12:50 y durante su opaco sexenio el peso mexicano se devaluó a $22:60 por dólar.
En el gobierno lopezportillísta de 1976 a 1982 el peso mexicano sufrió una vertiginosa caída de $22:69 a $150:29 por dólar, lo que ciertamente causó un grave daño a la economía del mexicano, donde José López Portillo en un informe de gobierno con lagrimas en los ojos que obviamente no convencieron ni a su familia, hizo célebre aquella frase que decía, “defenderé al peso como perro”, pero mientras tanto el daño ya había sido consumado.
Durante la administración de Miguel de la Madrid, la situación financiera se tornaba preocupantemente más inestable, pues tan sólo en su periodo de 1982 a 1988, De la Madrid Hurtado devaluó severamente nuestra moneda pasando de $150:29 a $2483:00 por cada dólar americano, golpeando desgarradoramente la ya deteriorada economía y el poder adquisitivo de la gente que automáticamente se comvertía en millonaria, pero desafortunadamente con millones que ya no valían. Por citar un ejemplo, un automóvil de lujo llegaba a costar cerca de $4 millones de pesos mexicanos.
Después de ese cebero descalabro, llega al poder el ex Secretario de Programación y Presupuesto, el polémico Carlos Salinas de Gortari quien en cierta manera logró medio estabilizar la sumamente deteriorada economía de una gran mayoría de las familias mexicanas, fomentando la inversión, aunque con ciertas reservas ya los inversionistas no sabían a ciencia cierta qué iba a pasar durante el régimen Salinista de 1988 a 1994 donde el billete verde se deslizó de $2483:00 a $3375:00 por un dólar. En cierta manera la incesante inflación comenzó a ceder y el deteriorado poder adquisitivo tomó un ligero respiro, aunque muy pocos vislumbraban el rumbo financiero del país. Es entonces que Salinas de Gortari decide quitar tres ceros al peso mexicano (nuevos pesos), comentaron en su momento los expertos en materia de finanzas que dicha acción fue una devaluación maquillada, pero que de cierta manera vino a refrescar el manejo de los dineros entre la población.
Así, el entonces presidente de México Ernesto Zedillo llega a la Silla Presidencial con una aparente estabilidad financiera, pero que en realidad pendía de alfileres y repentinamente al inicio de su gestión se creó el famoso “crac económico del 94” trayendo como consecuencia otra dramática devaluación de “nuevos pesos”, de $3.97 a $9.45 por cada billete verde, y mucha gente que tenía algún crédito bancario perdió su casa, departamento o automóvil.
En términos generales bien podemos aseverar que de 1994 al 2000 ya superada la crisis antes mencionada vivimos un gobierno sin grandes sobresaltos, pero el pueblo ya estaba arto de vivir bajo los mismos regímenes prepotentes con muchos defectos y muy pocas virtudes.
Un sexenio priista más se agotaba y llegan los tiempos de elecciones donde por primera vez en la historia de México, el Partido Revolucionario Institucional sale de Los Pinos, como se dijo, con el voto de castigo hacia los priistas representados por el entonces candidato presidencial, Francisco Labastida Ochoa y el electorado brindó su voto de confianza no tanto al PAN, sino más bien a Vicente Fox Quesada quien el 2 de julio del 2000 en coalición con el Partido Verde Ecologista gana las elecciones transparentemente. Cabe comentar que este fenómeno de alternancia en el poder que se suscitó con Fox es muy similar a lo que recientemente vivimos con Andrés Manuel López Obrador, con un pueblo ya cansado del proceder de gobiernos priistas.
Cabe comentar que ciertamente el gobierno Foxista no fue la panacea en nuestro país, pero sí logró mantener un equilibrio financiero y económico con pequeños ajustes de $9.45 a $10:90 en promedio y sin incrementos en los combustibles, el poder adquisitivo y la inflación fueron favorablemente moderados, no tan drásticos como con sus antecesores. Los sectores que mayormente se vieron favorecidos y repuntaron de manera interesante fueron la industria automotriz y de la construcción, principalmente.
Por su parte Felipe Calderón llega al poder como presidente de los mexicanos con un gobierno en cierta manera estable sin grandes cambios, y ya para concluir su mandato comenzó a realizar aumentos mensuales de centavos a las gasolinas y el diésel, a lo que argumentan que eran incrementos irrisorios, que en realidad no fueron tan irrisorios, pues si multiplicamos esos centavos por 12 meses, al año hablamos de alrededor de un incremento de $1.20 anual, con respecto a la moneda estadounidense, de $10.90 paso a $13.07 aproximadamente, y hoy por hoy se encuentra rondando los $20:00, lo que se traduce en un incremento del 49 % aproximadamente.
Ahora sólo nos queda esperar a que el “virtual candidato electo” tome posesión el 1° de diciembre y comience a gobernar, confiamos en que cumpla lo que prometió en campaña, pues ya algunos de los que se dice serán parte de su gabinete, en sus declaraciones en ciertas cosas no coinciden con lo que Andrés Manuel López Obrador ofreció, y que ciertamente lleve a cabo la llamada “Cuarta Transformación”, con esa “honestidad valiente” que tanto ha profesado, pero que durante su gestión como Jefe de Gobierno de la Cuidad de México, núnca percibimos.
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