Una mirada hacia Acapulco en tiempos de Covid

TEXTO: Claudia Pricila Tagle García  

Miércoles 20 de mayo 2020. Acapulco siempre ha sido un destino turístico concurrido por los visitantes nacionales, cada fin de semana las compañías turísticas tenían las opciones de  traer la diversión, aunque sea por unos pocos días y eso representaba ingresos económicos para el puerto, independientemente de que fuera temporada alta o baja, sin embargo desde que comenzó la epidemia en otros países, las empresas pequeñas, los que viven del turismo y los hoteleros  comenzaron a preocuparse por las afectaciones que esto podría tener en nuestra pequeña ciudad, al principio pensábamos que serían positivas ya que si no había destinos seguros en otros países México se vería beneficiado, con el paso de los días nos dimos cuenta que no sería así, el hecho de no cerrar nuestras fronteras trajo consigo el virus que no solo es un problema de salud sino que también es uno económico.

Desde mi punto de vista como acapulqueña, mi ciudad está sufriendo una de las crisis más significativas en todos los aspectos; en economía, las personas están careciendo desde lo básico como los alimentos a lo más frívolo como las comodidades que no representan una necesidad.

En educación; los alumnos, padres de familia y docentes hacen sus mayores esfuerzos por mantener a flote el ciclo escolar, sin importar que los niños y jóvenes están saturados de tareas y los aprendizajes no son igual de significativos.

En las familias, se viven momentos de tensión por el asinamiento y algunos hogares no son tan amplios para albergar a toda una familia completa, donde antes solo compartían espacios para llegar a dormir, ahora tienen que convivir por días enteros, semanas y meses sin saber hasta cuando terminara esta situación, la violencia intrafamiliar ha aumentado y la desesperación por mantenerse se incrementa día con día.  

En lo laboral, los padres y madres de familia día con día se esfuerzan por sobrevivir y llevar comida a su mesa, pero con la falta de afluencia de personas locales y turística, la mayoría de los comercios han tenido que cerrar sus puertas para mantenerse resguardados del contagio, por órdenes del gobierno, mercados y empresas pequeñas han perdido sus ingresos y sus inversiones por lo que la falta de empleos solo será un factor más que perjudique la estabilidad económica de las personas.

Sé que somos unidos, nos hemos apoyado como ciudadanos, amigos o incluso por humanidad, siempre buscando el lado positivo de las cosas, esta epidemia nos ha enseñado la verdadera importancia de la vida, ante este enemigo invisible que azota a ricos y pobres, cabe la reflexión de que no somos indispensables para la naturaleza, nuestras playas cada vez están más limpias, fenómenos de bioluminiscencia, tortugas desovando en la extensa franja de arena, ballenas visitando el puerto entre otros, son claros ejemplos de que podemos sobrevivir sin los lujos a los que estamos acostumbrados como sociedad. Si algo nos enseña la historia social de las epidemias, es que aquí se juega un problema fundamental de la sociología: cómo sobrevivir juntos.

Solo queda esperar a que los acapulqueños y ciudadanos en general entendamos el mensaje que sin querer estamos recibiendo, una pausa a nuestros estilos de vida, un momento de reflexión y cuidados como una especie frágil que al igual que los animales, también se puede extinguir.

Sin duda mi Acapulco podrá salir adelante, su gente es carismática, inteligente, emprendedora, amable y hospitalaria, recuperaremos nuestro puerto, cuando todo esto acabe los esperaremos con los brazos abiertos para atenderlos como se merecen, aquí los esperamos, cuidémonos, mantengámonos en casa, un abrazo a la distancia a nuestros lectores. 

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